Es a través del juego libre como el niño empieza a comprender el mundo. Antes de los tres años el niño desarrolla los fundamentos para su vida posterior, andar, hablar y con ello la posibilidad de pensar y es a partir de los tres años donde el niño asimila aquello que imita a través del juego. Jugando practica y practicando aprende.

A través de la imitación, el niño queda en libertad para aprender por si mismo y las experiencias que tiene penetran en lo mas profundo de su ser, se va formando y recibe la lección que contienen sus experiencias. La fuerza de iniciativa hay que conservarla para el resto de nuestras vidas. La mejor preparación para el pensamiento es la actividad que le permite al niño entrar en el mundo a través del juego libre. Hay que cuidar que el niño sienta la felicidad de realizar descubrimientos, dejarle que viva el asombro. De esta manera se desarrollan sus talentos y su voluntad.