“El Arte de la Paz es una celebración de la unificación del cielo, la tierra y la humanidad. Es todo lo que es bondad, belleza y verdad”. Morihei Ueshiba

1.Educación Integral: el fin del Aikido, como herencia de las artes marciales, es la formación integral del ser humano. El desarrollo de un cuerpo saludable, centrado, relajado y conectado; que aloje un corazón lleno de fértiles semillas, esperando germinar. Una mente clara y serena que favorezca el refinar el espíritu y conectarnos con el todo.

2. Libertad, confianza y respeto: la libertad la podemos experimentar al fluir con un movimiento circular y continuo como el de las órbitas de los astros; la confianza al tener un corazón que pueda albergar a los enemigos, pues un ser libre no puede ser dañado. El respeto toma distintas formas en las virtudes de los antiguos samuráis. Respeto a uno mismo, honorabilidad; respeto a los demás, cortesía y benevolencia; y respeto al entorno, justicia y honestidad.

3. Conexión con la vida: en palabras de O’Sensei, “aquellos que practiquen el Arte de la Paz deben proteger el dominio de la Madre Naturaleza, la divina reflexión de la creación, y mantenerla fresca y amorosa. El Arte del Guerrero da nacimiento a la belleza natural. Las sutiles técnicas de un guerrero surgen tan naturalmente como la aparición de la primavera, verano, otoño e invierno. El Arte del Guerrero no es otro que la vitalidad que sostiene la vida”.

4. Comunidad y servicio a los demás: el Aikido trabaja desde la cooperación, la no resistencia; no es una técnica de lucha, sino una vía para encontrar la paz en tu propia vida, reconciliar el mundo y hacer de La humanidad una gran familia.