«Julio César era un gran general. Una vez se fue a la guerra, y a los pocos días llegó a Roma una carta que contenía sólo tres palabras latinas: veni, vidi, vinci. Es decir, he venido, he visto y he vencido. Actuaba así de rápido.
Después de la conquista de las Galias, regresó a Italia convertido en el hombre más poderoso del mundo, y se dedicó a poner orden… y de eso, sabía mucho. Tenía la cabeza muy bien amueblada.
Era conocido por una férrea voluntad y lucidez de pensamiento. Organizó no sólo un gran imperio, sino también el tiempo. ¿Sabías que dejó el calendario casi como lo tenemos hoy en día? Doce meses y un año bisiesto cada cuatro.”
Entre los 11 y 12 años se produce en las niñas y los niños un endurecimiento de los huesos que hace que sean más conscientes de la gravedad y el peso de su cuerpo. En este momento viven una transformación en su manera de ver el mundo y comienzan a buscar la verdad en forma de conceptos científicos.
En la escuela el grupo de quinto y sexto de primaria estudia el auge y la caída de Roma. De alguna manera la época romana nos muestra en un sentido histórico lo que los niños de estas edades están sintiendo en sus cuerpos.
El ejército romano y su conquista del mundo occidental coinciden con la sensación de omnipotencia que experimenta el niño entre los 11 y 12 años. Los romanos vivieron el dominio del mundo físico: veni, vidi, vinci. Todavía hoy admiramos sus logros en los acueductos, las ciudades, carreteras.
A la vez es importante tomar consciencia de cómo los excesos de la época de los romanos llegaron a la caída del Imperio y la Edad Media.
Los 11/12 años son la puerta de entrada a la pre-adolescencia y el comienzo de una nueva forma de relacionarse con el mundo.