«El otro día estuvimos en el templo de la Sagrada Familia con mi marido y mis hijos. Todos nos quedamos sin palabras. Después de ese paseo silencioso en el bosque sagrado, entendimos lo que despertó el genio de Gaudí para inspirarle esa obra indescriptible.

Gaudí ya de mayor escribió recordando su infancia: con las macetas de flores, rodeado de villas y olivos, animado por el piar de los pájaros y el zumbido de los insectos y con las montañas de Prades al fondo, capté las más puras y placenteras imágenes de la Naturaleza, esa Naturaleza que siempre es mi Maestra.

Tuvo una infancia contemplativa en compañía de su madre y de su mejor amigo, el silencio, y fue instruido por su maestra, la naturaleza.»

Catherine L’Ecuyer, investigadora y divulgadora de temas educativos.