Las niñas y los niños en todo el proceso escolar en Sa Llavor tienen una experiencia semanal con la pintura con acuarela.

Se unen varios elementos en conjunción que son un vehículo de exploración y desarrollo de las cualidades humanas:

el ritual; en ausencia de lo sagrado, la repetición rítmica de acciones (en este caso de la pintura), nos conecta con la posibilidad de introspección, cambio y transformación. Nos ayuda al conocimiento y respeto de los límites, la sesión de pintura tiene un momento y lugar concretos en la semana, no está sujeta a la apetencia o el capricho y en cambio goza de la mayor de las libertades en el rigor del marco del papel (como diría Paul Valery).

Después de la preparación en equipo del material para pintar y esperarnos para comenzar juntos; una canción, narración o propuesta de tema, que se adapta a cada momento evolutivo abre el espacio infinito de la pintura.

– el agua; como elemento es imagen y lugar de las emociones, y por tanto una materia para explorar, cómo se derrama, se descontrola y jugamos con ella hasta que finalmente se seca, deteniéndose. En el proceso de relacionarnos con lo inesperado; lo nuevo, lo que se escapa a nuestro control que surge en el momento, puede posibilitar el asombro, así como la integración de lo sorprendente. Una oportunidad para transformar el accidente en un encuentro.

– el color; a través del color experimentamos de una manera viva el ambiente e información que rodea al ser humano así como el estado anímico del que pinta. Con los colores experimentamos las cualidades de los elementos y su relación, disponiéndose danza sin igual delante de nosotros.

– el pincel; es el responsable de la huella sensible sobre el papel, se mueve con suavidad delante de nuestro corazón y a él está conectado en el movimiento permitiendo que aflore lo invisible que vive en nosotros.

El proceso de la pintura como el de la vida, es largo y diverso, tanto como los diferentes seres. Lejos de ser algo técnico es la integración de las experiencias del camino para aplicar posteriormente los aprendizajes en experiencias futuras.

El arte en general y la pintura en particular favorece el desarrollo de cualidades humanas como el cuidado, el asombro y la entrega.