La acuarela es una forma artística privilegiada para los niños de primaria, ya que les permite tener experiencias anímicas con el color en un medio fluctuante como el agua.
En estas edades, la forma que creen sobre el papel no es importante. La recreación de algún personaje o escena concreta no es importante. Trabajar con pintura sobre un papel mojado, donde el agua dispersa los colores y no les deja definir forma alguna, puede ser algo frustrante para algunos niños que han desarrollado prematuramente el razonamiento y el intelecto.
La acuarela trabaja desde el corazón, desde el alma, desde las emociones, desde el fluir.
El intelecto fracasa cuando desea definir alguna forma.
La propuesta del maestro parte del carácter de cada color: la fuerza expansiva del rojo, la irradiación del amarillo, la envoltura protectora del azul… y cuenta una historia, presenta unas imágenes. En estas imágenes, quizás aparezcan personajes, o animales, cada uno con su carácter y su actividad. Entonces, identificamos a cada personaje o animal con cada uno de los colores, por la similitud con el carácter de cada color.
Por último, pintamos los colores en el papel, y también pintamos las interacciones que cada uno ha tenido en la historia.
El resultado no es una representación más o menos fiel de los personajes de la historia, sino una mezcla de colores que ilustra la fuerza anímica que ha tenido lugar en esa narración.