Cuando en la escuela trabajamos con madera debemos tener en cuenta algunas consideraciones preliminares.

La madera es un material que el ser humano utiliza desde hace miles de años en su propio beneficio. En primer lugar, como combustible para el fuego. Algunos dicen que la primera hoguera fue realizada hace 1,2 millones de años. Lo que es de todos aceptado es que la utilización del fuego es de vital importancia en la evolución de la humanidad. Lo cambió todo; hábitos de vida, forma de pensar, alimentación, posición en la cadena trófica, etc. Después vinieron todos los cambios que supuso la utilización y el trabajo con la madera en todas las civilizaciones y culturas: armas, barcos, construcción, adornos, casas, imágenes de dioses, retablos, esculturas y un largo etc. Por ello, podríamos decir que la madera y el ser humano han sido compañeros de viaje durante miles de años.

Hasta no hace mucho tiempo, y actualmente en el centro y el norte de Europa, la cultura de la madera se ha mantenido más o menos viva. En la mayor parte de los países mediterráneos se ha ido olvidando.
Por ejemplo, en Alemania o en los Países Nórdicos, el trabajo con la madera, tanto en las escuelas, como en el mundo laboral, es un trabajo muy bien considerado.

La madera es un elemento cálido y solar. Cuando prendes la leña genera calor y éste ha sido recibido y guardado del sol. Por lo que podríamos decir que la madera es un trozo de sol en la tierra. Cuando el sol se oculta y hace frío, si encendemos la chimenea, tenemos una porción de sol en nuestro hogar. Y ese sol, no sólo calienta nuestro hogar, sino también nuestra alma.

¿Alguien se ha fijado, cuando un grupo de niños asa castañas o patatas alrededor de un pequeño fuego de leña, cómo les brillan los ojos? ¿qué vivencia saborean? ¿cómo se alimentan sus corazones? y claro, si todo sale bien, también sus estómagos…

El fuego les atrae, los envuelve, les da calor y protección. Por ello podemos decir que la madera es un elemento cálido y familiar, porque acoge, recoge y da vida.